sábado, 30 de octubre de 2010

Despedida

Dejar de vivir una rutina, empezar a encajar de nuevo, acostumbrarte a los cambios. Quien dijo que los cambios no eran difíciles, está requetecontra equivocado. Duelen tanto las despedidas que se saben de antes y las repentinas, por igual. Hacerte la idea de no ver a alguien como siempre lo haz hecho o dejar de tratar a alguien como lo hiciste  hasta hace muy poco es, aunque tratemos de pasarlo a segundo plano, complicado. Pero heeeey! (como dice alguien que conozco) somos animales de costumbre, pasará luego, dejarás de sufrir y preguntarte una y otra vez "porqué me pasa a mí"... ¡Patrañas! siempre queda algo, cosas que te recuerdan a la persona o algo que quisiste y que, desafortunadamente, perdiste. Sigue rondando eso característico que echas de menos, y/o ese "qué se yo" al que tanto te acostumbraste.

Pero heeeey! (de nuevo esto, ja!) empecemos de a poco, nadie dijo que te acostumbraras "¡a-ho-ra!" o que no debes extrañar. Vamos paso a paso, quizás no es tan malo. Nadie dijo que las despedidas tienen que ser eternas, que la lejanía es una barrera que termina con todo. Naaaa! nadie lo dijo... ni aunque lo digan, no haría caso, ¿por qué, ah, me van a obligar?.

Vamos paso a paso... sin saltar etapas.
Me tomo mi tiempo y espero efectos... buenos efectos.

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